De nuestro pasado artículo ¿Lejos de Dios para estar cerca de Él? nace la inquietud de desarrollar los cinco temas tratados en dicho artículo, los cuales llamaré los "5 Dejares". Para que tengas un poco de contexto, este tema nació en mi corazón mientras meditaba en que, a veces, como cristianos, hacemos lo contrario de lo que deberíamos para acercarnos a Dios. No podemos buscar dirección de Dios alejándonos de lo que realmente nos lleva a entender su voluntad para nuestras vidas. Si fallamos en una de estas áreas, estaremos en peligro de fallarle a Dios y de abrir una puerta al enemigo de las almas.
El primer "Dejar" es el Dejar de Orar

Cuando buscamos la dirección de Dios, un milagro, fortaleza, sanidad o ayuda celestial, es contradictorio que nos dejemos llevar por la carga y dejemos de orar. La oración fue algo que Jesús enfatizó en todo momento, y es la forma en la que nos comunicamos con Dios. Jesús nos enseña en su Palabra cómo orar, cómo no hacerlo y cuándo hacerlo. Y les adelanto que la respuesta a esta última es sencilla: en todo tiempo. Pablo lo resume en Efesios:
"Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos." (Efesios 6:18, RVR1960).
La oración debe ser constante. No debemos disminuir nuestra intensidad en tiempos difíciles, pero tampoco debemos olvidarnos de elevar una oración de acción de gracias en tiempos buenos. Hay quienes, directa o indirectamente, abandonan la oración porque se cansan, no ven resultados o se desesperan. Por eso es importante acompañarla con fe, alabanzas, lectura bíblica y congregarse.
Dejar de orar como debemos permite que se abra una grieta donde el enemigo tratará de meterse para dañar todo lo que hemos logrado en el Señor. No creo que haya alguien que diga: "Dejaré de orar para estar cerca de Dios", pero sus acciones lo demuestran. Cuando más necesitamos dirección y ayuda celestial, es cuando más debemos recurrir a la oración. Si todo anda mal y te sientes desolado, confundido o bajo el fuego de la prueba, regresa a tu tiempo de oración. Es posible que no salgas del campo de batalla de inmediato, pero te aseguro que recibirás las fuerzas del Espíritu Santo para vencer.
Cada día que vivimos es una nueva razón para ir en oración y dar gracias a Dios por su inmenso amor y su gran misericordia. Que la oración se vuelva una necesidad que siempre busques llenar y que, aun así, sigas sintiendo hambre y sed de ella. Para estar cerca de Dios, debemos tener una vida donde la oración sea el centro. Y ojo, la oración no es solo estar de rodillas en un altar de una iglesia; las más hermosas y sinceras oraciones muchas veces son aquellas que nacen del alma mientras caminas por la calle, conduces hacia el trabajo o la universidad.
Jesús oró en el momento más difícil en Getsemaní y en la cruz, pero también cuando dio gracias por sus discípulos y cuando se multiplicaron los panes y los peces.
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