¿Dejar de recibir consejos para estar cerca de Dios?
- Domingo Torres

- 19 may
- 3 Min. de lectura
El cuarto dejar:
No lo sabemos todo. Si bien es cierto que a veces necesitamos ventilar todo lo que llevamos dentro, también es cierto que Dios ha puesto sabiduría en personas que pueden apoyarte y guiarte. No es para que te digan qué hacer, sino para ayudarte con herramientas basadas en las Escrituras que te permitan enfrentar tus gigantes y salir victorioso.
Dar un consejo que nunca te pidieron es, muchas veces, difícil. Muchas personas creen que quienes estamos llamados a practicar la consejería lo hacemos con facilidad. Sin embargo, no es así. Somos conscientes de que muchos, al recibir un consejo, lo tomarán de forma personal, como si se les estuviera atacando. Otros simplemente no escucharán. Algunos te escucharán, pero no seguirán ninguna de las indicaciones o herramientas que les brindaste.

Hay varias cosas que los consejeros religiosos (aquellos que utilizamos la Palabra de Dios para guiar a otros) no debemos hacer ni esperar:
Primero: No podemos decirles a las personas literalmente qué hacer, sino brindarles indicaciones, guía y herramientas para que tomen las mejores decisiones, conociendo cuál es la voluntad de Dios y qué es lo que le agrada.
Segundo: No te frustres si, después de dar el consejo, la persona hace exactamente lo contrario o no utiliza ni una de las herramientas que le brindaste. Podemos servir la mesa, pero solo ellos pueden sentarse y comer.
Tercero: Como consejeros religiosos, la Palabra debe ser el centro de nuestra consejería, por lo tanto, no podemos abandonarla como nuestra mayor herramienta, sin importar los estudios o títulos que tengamos.
Por el lado del aconsejado, hay algo que debes entender: es cierto que no todo consejo es bien intencionado, pero créeme, hay muchas personas que te aman: pastores, amigos, líderes, personas espirituales de tu congregación... todos ellos quieren lo mejor para ti. Cada consejo que he dado como ministro de Dios —y aún como amigo o familiar— lo hago desde lo profundo de mi corazón, siempre buscando la dirección y voluntad de Dios.
No pensemos que no necesitamos consejo. No creamos que nos las sabemos todas. No usemos excusas como: "Solo yo sé lo que estoy viviendo", "Nadie me entiende", "Solo me juzgan". Esos pensamientos no provienen de Dios, sino del enemigo de las almas, que solo busca hundirte más en el dolor, la angustia y hasta la depresión.
📖 Proverbios 12:15"El camino del necio es derecho en su opinión; Mas el que obedece al consejo es sabio."
La sabiduría viene de saber escuchar, de entender que habrá personas que querrán corregirte con amor y misericordia. A veces, ese consejo se sentirá duro, pero vendrá cargado de amor y con el deseo genuino de que estés bien. No siempre el consejo nace de la experiencia —es decir, de haber vivido la misma situación—, pero sí puede venir de la sabiduría, especialmente si quien te aconseja lo hace usando la Palabra de Dios como base. Muchas veces, ese consejo viene de alguien que ha vivido observando cómo otros tropiezan por no seguir la guía de aquel que los llama: Dios, nuestro mayor consejero.
📖 Proverbios 19:20"Escucha el consejo, y recibe la corrección, Para que seas sabio en tu vejez."
Ser mayor de edad no significa ser sabio. Pero si creciste y maduraste siguiendo el consejo de los sabios, tú también te volverás sabio. Aquellos que saben escuchar se convierten en eruditos de la vida. Aprendamos a escuchar a quienes nos aman. Será difícil, porque eso implica reconocer que tal vez nos hemos equivocado… o estamos por hacerlo. El consejo que viene de quien verdaderamente te ama, muchas veces te va a incomodar. El que llamas amigo, pero que te aconseja complaciéndote y diciéndote lo que deseas escuchar y no lo que debes, no es tu amigo, huye de aquel que no tiene el valor de llevarte más cerca de Dios.
Un buen consejo a tiempo vale más que un gran tesoro de oro.








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