Por la vida nos la pasamos creyendo en muchas cosas y en muchas personas. Creemos por lo general en lo que podemos probar con el tiempo, con la experiencia, con los sentidos. Es mágico el ver lo que nos rodea y conocer que todo está ahÃ. Pero todo eso pasó por un proceso. Para que podamos ver lo que no es como si fuera, tenemos que pasar por un proceso. No es fácil caminar por nuestra vida cuestionándonos el porqué sufrimos, el porqué no nos entendemos muchas veces o no nos entienden, el porqué estoy donde estoy. Muchas veces se nos hará difÃcil entender los procesos que Dios nos va a permitir vivir para que entonces comencemos a ver esas cosas que solo con la Fe se pueden ver. Solo cuando tenemos que pasar por el valle de lo imposible es que aprenderemos a creer en lo que no se ve, pero que es más real que el aire que respiramos. Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es solo a través de ella que entenderemos el corazón de Dios. Es solo viendo con el corazón y no con la vista, que podremos entender qué es lo que Dios tiene para nosotros, aunque sea difÃcil de alcanzar, no se compara con ninguna otra cosa que nos hayan ofrecido. Esa clase de fe, es aquella que te dirá camina cuando la oscuridad te diga lo contrario. Esa clase de fe, es la que le dijo al pueblo de Israel que caminara en seco a través del mar rojo. Aun cuando muchas veces a muchos se le parece morir la fe, es justo ahà cuando muchas veces se activa el poder de aquel que te llamo, te hizo y te separó. Tu fe activa el poder de Dios, porque le provoca actuar a tu favor, porque todo obra para bien. Llegará el dolor, la prueba y la circunstancia pero tu fe te permitirá ver el ojo de la tormenta. Tu fe te permitirá encontrar el verdadero lenguaje de Dios. Cuando le hables a Él usa el lenguaje de fe, que es el que conquista su corazón. Vamos a atrevernos a ver a través de la fe y no de la vista. La vista engaña y querrá ocultar lo que la fe nos quiere mostrar. No podemos ver que hay detrás de la cortina hasta que caminemos hasta ella; La fe nos ayuda a caminar. Esa clase de fe es la que espera todo aunque vea que ya no hay nada.