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Cuántas veces has escuchado que te digan estas palabras o a alguien más: “No eres el indicado”, o “No creo que sirvas para eso”, o tal vez “yo puedo hacerlo mejor”. Son frases hirientes y cortantes que, junto a muchas otras, pueden llevar a cualquiera a decidir no intentarlo más. Son palabras que prejuiciosamente enmarcan a otros sólo porque se tiene una opinión preconcebida la mayoría de las veces. Cuando señalamos sin conocer el corazón, nos convertimos en malos jueces.
Jesucristo fue señalado hasta por su mismo pueblo, sin sentarse a conocerlo de verdad le llamaron mentiroso, blasfemo y hasta lo crucificaron. Lo hicieron solo porque no era lo que ellos querían que Él fuera y porque iba en contra de todo lo que ellos defendían como correcto.
Jesús dijo que, si al gran árbol le hacían estas cosas, mucho más a sus ramas, así que imagínate todo lo que tendrás que soportar como hijo de Dios.
Sin embargo, quiero que pienses algo, probablemente nosotros los que juzgamos a otros, al que predica, al que enseña, al pastor, al hermano y pensamos que a lo mejor no son capaces para tal o cual tarea, hubiésemos juzgado también a muchos de la biblia.
Por ejemplo: Jesús era un simple carpintero, su familia no parecía ser adinerada, había nacido en Belén, la más pequeña de las tierras de Judá y muchas otras cosas que tal vez humanamente no lo hacían el indicado para la labor que le fue encomendada, la de Mesías, Salvador, Rey de Reyes. Si a usted y a mí nos daban la tarea de escoger al Mesías, probablemente Jesús no estaría en nuestra lista. Tal vez Pablo o cualquier otro, pero no Jesús. ¿Han pensado en David? David claro, cuando pensamos en él como joven y vencedor de Goliat no tenemos ninguna reserva de él, pero cuando pensamos en el Rey que pecó e hizo ciertas barbaridades pues no le llamaríamos un hombre conforme al corazón de Dios. Sin embargo, Dios vio en el un corazón que sabía humillarse y para Dios, fue su escogido. Pero esto no termina aquí, has pensado en Pedro negando a Jesús, en los demás discípulos que corrieron y le dejaron solo, has pensado en la reina Ester y sus probabilidades, has pensado en Abraham Padre de la fe, pero que también tuvo sus dudas, ¿no las tenemos todos?
Ciertamente a veces pareciera que Dios escoge absurdamente y sin sentido, a veces lo pensamos de nosotros mismos, sin embargo, quien conoce los corazones se llama Jesús. Él pesa los corazones, el conoce nuestras intenciones, conoce el pasado, nuestro presente y aún nuestro futuro. Él sabe qué harás cuando ponga algo preciado en tus manos, él sabe qué hay en tu corazón. No solo eso, si no que muchas veces el permitirá que otros vean el tesoro que hay en ti.
Tal vez piensen de ti que no eres el indicado para ser el ministro, el pastor, el evangelista el misionero, en fin, muchas veces tú mismo pensarás que no eres el indicado, pero no olvides que Dios es soberano, y que no creer en lo que él ha puesto en nuestras manos, es no creer en él. Es hora de entender que quien escudriña los corazones es el Espíritu Santo de Dios, aquel que está contigo y conmigo siempre y es quien te capacita para cumplir el llamado, el sueño de Dios para tu vida. La palabra dice que no tengas mayor concepto de ti mismo del que debes tener, pero tampoco pongas en poco lo que Dios a puesto en ti. Muchos lo harán, pero Dios es quien te lleva a las alturas. No temas, no desmayes, no olvides que fuiste señalado por el Creador de todas las cosas para ser representante de su reino aquí en la tierra. Eres único, no tienes que parecerte a nadie, solo tienes que obedecer y ser la imagen de Él. Recuerda para lo único que no eres el indicado, es para rendirte.
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