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Pródigo de Corazón


A veces pensamos que ser pródigos es abandonar físicamente la iglesia donde asistimos, el lugar de adoración donde nos criamos, pero no necesariamente es así. Muchas veces nos hemos alejado de Dios desde nuestros corazones. Muchas veces las pruebas, luchas y batallas nos agobian y comienzan a separar nuestros corazones de aquel lugar de paz que solo se encuentra en el Señor. Pero nunca éstas cosas nos deben alejar de Dios, si no ayudarnos a reconocer que le necesitamos y madurar con ellas. En otros momentos nos hacemos pródigos desde nuestros corazones porque permitimos que la rutina nos lleve a no experimentar nuevas bendiciones, pensamos que con cumplir con una posición de servicio ya es suficiente. No dejemos que nada nos separe del amor tan grande del Señor, siempre sus brazos estarán abiertos, siempre su corazón estará dispuesto para recibirnos nuevamente.


No abandones las llaves de tu corazón en las manos de cualquier cosa, no dejes que señoree en el cualquier sentimiento, ni en tu mente cualquier pensamiento, deja que en ellos solo habite aquél que abrió sus brazos en la cruz para darte vida. Como pródigo, vuelve a los brazos de tu Padre celestial, nada vale el alejarse de Él.


Photo by Alex Boyd on Unsplash

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