Recientemente me encontraba viajando al “downtown Orlando”. Conozco bastante bien la ruta, ya la he hecho al menos una quincena de veces. A pesar de esto siempre acostumbro tener el GPS como mi fiel copiloto. Ese día, ya a unos seis minutos de llegar a mi destino, escuché al GPS decirme que siguiera directo en la próxima intersección. “Se volvió loco el GPS” me dije a mí mismo. Sabía que la ruta más rápida era girando a la izquierda en la próxima intersección. Al mirar el GPS confirmé que este me estaba enviando a tomar una ruta diferente y que a mi entender, no tenía sentido. La ruta era más larga que la que yo conozco e inclusive me alejaba de mi destino, lo que me parecía ilógico. Finalmente decidí seguir la sugerencia del GPS y no apoyarme en mi habilidad para llegar más rápido. A pasos de mi destino, para mi sorpresa pude ver una construcción cerca del edificio a donde me dirigía. Esta construcción no permitía el paso por la ruta que yo planeaba tomar. De no haber hecho caso al GPS de seguro hubiese llegado tarde a mi destino y quien sabe que otra situación hubiese tenido que enfrentar.
La Biblia me dice en Proverbios 3:5: “Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes” (TLA). Muchas veces hemos pasado por ciertas situaciones una y otra vez al punto que creemos que siempre se resolverán de la misma manera. A veces Dios nos encomienda tomar otra ruta para resolver “x” o “y” situación. Por más ilógico que a veces nos parezca lo que Dios nos está demandado, recuerda que Él ve más allá de lo que nosotros vemos. Es por esto que el proverbista nos exhorta a no apoyarnos en nuestra propia prudencia. Más bien, siempre preguntémosle a Dios cuál es el camino a seguir independientemente nuestro conocimiento. Esta actitud de seguro nos librará de tomar el camino incorrecto y de cometer muchos errores. Por último, no olvidemos que el plan de Dios es llevarnos a nuestro destino de una manera segura aunque aveces parezca que la ruta es la más larga. ¡Él sabe lo que hace!
Solo esfuérzate y se valiente;
Eric